Amo por el valor mismo de amar, porque es mejor amar
que no haber amado, o que haber vivido concentrado en
el tortuoso y antagónico del amor.
Amo, porque en mi ser busco la paz, a pesar de la
indiferencia que otro deseara propiciarme.
Amo con inspiración eterna, una y otra vez.
Amo con ganas y con fuerza, como un caballo que empuja
hacia adelante y se entrega desbocado y lo da todo, sin
miedo a aprender una y otra vez, porque en la vida hay
que vivir experiencias; porque el amor es darlo todo y no
pedir nada.
Amo siempre, con la valentía de amar en cada momento
en que haya que fortalecer el gentil lazo ante la
adversidad. Amo de día y de noche, a cada hora y en cada
sueño, amo en cada suspiro que intenta expresar el valor
máximo del presente y así amaré hasta la hora de mi
muerte. Amo la vida y sus sabias coincidencias y
combinaciones.
Amo con fuerza a las ausencias, porque quizás nunca
nadie se va del todo.
Amo para no reprochar, ni para someter ni para obligar.
Amo por amar y lo hago todo por amor, para que así,
todo lo que haga no haya sido un imperativo, sino la
expresión fiel de un sentimiento que hará trascender mi
vida, el sentido mismo de mí en la vida.
Una y otra vez, a pesar de todo lo complejo de la
existencia, como una revancha yo elijo amar para poder
vivir.