Por estrategia militar medieval se entiende el tipo de guerra librado en el período histórico de la Edad Media, definida por las características propias del tipo de enfrentamientos librados en esta época, basados en el control de plazas fuertes. La visión tradicional de las guerras europeas de la Edad Media, sostenía que los caballeros eran los dueños de los campos de batalla. Estos, se lanzarían a la carga diezmando y arrollando a la infantería campesina que encontraban a su paso, mientras sus afines corrían a su encuentro para decidir el resultado del enfrentamiento.
Según esta versión, el poder de los jinetes acorazados a caballo habría acabado cuando la infantería, gracias a las armas de fuego y a las técnicas de formaciones compactas de piqueros y alabarderos, recobró su poder en la batalla. Esta visión, alimentada por el arte y las crónicas de la época, mostraba a los nobles combatiendo a caballo e ignorando a los plebeyos y campesinos que combatían a pie. Todo esto se ha demostrado falso, pues las tropas de infantería eran una parte importante de los ejércitos medievales. Estas tropas luchaban cuerpo a cuerpo y a modo de tropas de artillería (con arcos, ballestas y más tarde con pistolas). La infantería jugaba un papel crucial en los asedios contra posiciones fortificadas.
Las guerras medievales se resumen en asedios y guerra de desgaste. Ésta última variante, consistente en operaciones de pillaje llamadas cabalgadas, algaradas o algaras, lograba objetivos tan variados como el debilitamiento y la desestabilización política de los rivales, ganancias de botín, abastecimiento de tropas, etc. Los enfrentamientos entre ejércitos en campo abierto eran infrecuentes. Eran más comunes y decisivas las maniobras para tomar castillos y ciudades mientras se evitaban batallas que supusieran pérdidas elevadas. Los soberanos llegaron incluso a prohibir a sus ejércitos entablar batallas que pudieses resultar decisivas.[1] En las pocas ocasiones en que podía tener lugar una batalla campal, resultaba probable que la victoria fuera para el bando que hiciera más buen uso de los componentes principales del ejército medieval: la tropa de infantería, la caballería y la artillería. Otros factores de importancia eran la moral, el liderazgo, la disciplina y la táctica, así como el conocimiento del terreno.
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